noviembre 23, 2012

viva SanAndrés soberana, para que SanAndrés viva


Fronteras tiradas con escuadra: siguiendo el mismo viejo método europeo que se impuso como modelo. 
Con escuadra también dividieron África y Norteamérica: tirando líneas rectas que separan los intereses de unos cuantos. No importa por encima de quién pasen los trazos. Porque en el modelo europeo las gentes no importan; sobre todo las gentes de tierras ajenas. Las Naciones Seculares de las tierras invadidas son, en el modelo europeo, un problema por exterminar. En Norteamérica ya acabaron; en África, van bien.
En América Latina la indignidad es que nosotros mismos hemos ido exterminando a nuestras Primeras Naciones porque adoptamos dócilmente los modelos europeos.

Visto así, en plano dibujado, se puede decir en honor a la verdad que la historia ha sido generosa con las fronteras marítimas de Colombia, en detrimento de Nicaragua y Costa Rica que, sobre el Caribe, quedaron arrinconadas. Visto así, pintado, se puede decir que el fallo de la CIJ es justo con Nicaragua. Y también es justo con Colombia, que no merece sus mares ni sus selvas ni sus costas ni sus montañas ni toda esa generosidad que  ha tenido la historia con su geografía y su diversidad. Visto así, el fallo sería justo si San Andrés fuese un archipiélago inhabitado.

La injusticia es que nadie tuvo en cuenta la existencia de la Nación que habita el archipiélago. Una Nación integral, con su propia historia, sus tradiciones, sus costumbres y, sobre todo, su propia cultura, su propia lengua. Una Nación frágil desde su origen pero que ha sabido resistir a pesar de la negligencia y la  indolencia de quienes se pretenden sus dueños y la de quienes quisieran adueñarse. 
Una Nación que el fallo de la Corte Internacional de Justicia amenaza de exterminio.

Porque –fieles al modelo europeo– el reparto se hizo sin tener en cuenta a la Nación sanandresana. Sin siquiera consultarlos, sin pensar en ellos un minuto. Nadie. Ni Nicaragua ni Colombia ni la Corte Internacional de Justicia. Porque nadie estaba pensando en la riqueza que representa esta Nación para la humanidad, sino en las riquezas que se esconden bajo esas aguas.


Ya debe ser tiempo de que los sanandresanos tomen su destino en mano si quieren sobrevivir como Nación.
Una pista de solución:
  1. El gobierno del archipiélago de San Andrés convoca a sus habitantes a un referendo que proponga declarar la soberanía de la Nación sanandresana, como Estado Asociado a Colombia, suscribiendo su Constitución y bajo su protección.
  2. Declarar la soberanía de la Nación sanandresana sobre las decisiones que afecten su territorio, su economía, su cultura y sus derechos ancestrales.
  3. Rechazar el fallo de una lejana Corte que los condena a la extinción, atomizando la integridad de su territorio ancestral, despojándolos de sus recursos, destrozando su seguridad alimentaria, su economía y sus costumbres …
  4. … dejándolos a merced de quienes querrán explotar la riqueza de sus aguas y el petróleo del subsuelo marino, sin siquiera consultarlos, aunque previsiblemente será el pueblo sanandresano quien sufra todas las consecuencias de su ecosistema destrozado. La consulta previa a la implementación de proyectos, es una protección que ofrece la Constitución colombiana a las comunidades vulnerables y a las Naciones Ancestrales. El fallo de la CIJ los priva de esta protección. [Ignoro si consultar a las comunidades, antes de tomar decisiones que afecten tan gravemente sus destinos, es también una exigencia de los acuerdos multinacionales sobre Derechos Humanos. Si así es, esta sola omisión debería invalidar el fallo de la CIJ.]
  5. Delimitar con Colombia la frontera marítima de ese Estado Asociado con base en las fronteras históricas de su territorio.
  6. Acordar soberanamente con Nicaragua y Costa Rica, zonas de régimen común si así conviene a los intereses del pueblo sanandresano.
El gobierno pensó en 'los pescadores artesanales' cuando ya estaban condenados y sólo para ver cómo podía usarlos en beneficio propio. Si de veras le preocupara el destino de la Nación sanandresana, le pediría perdón de rodillas y le ayudaría a implementar una solución que la salve del peligro que enfrenta, por culpa de la negligencia e incompetencia legendarias del Estado colombiano. 







noviembre 11, 2012

Yo soy machista




No creo en la igualdad de los sexos. Los hombres y las mujeres no somos iguales. Un macho es un macho, una hembra es una hembra. Es así en la naturaleza. Es así.

Las feministas cometieron un error histórico al no reivindicar el valor económico del trabajo doméstico. O cuando salieron a ganar plata han debido dejar a papá en la casa. Al salir así, aliviaron a los hombres de la única responsabilidad que habían asumido plenamente: traer el dinero a casa.

Y los despojamos de su majestad.

A cambio, lo que al principio fue una reivindicación y una opción, terminó convirtiéndose en otra obligación. Ahora las mujeres tienen dos trabajos: uno en el mercado laboral –siempre subpagado– y el mismo que tenían antes, todavía sin salario.

Cumplir una jornada laboral por fuera de la casa y educar a los hijos al mismo tiempo, no se puede. Algo nos queda mal. Esto causa sentimientos de culpabilidad, un cansancio infinito, un estrés descomunal, frustración total.


Cuando uno se da el lujo de reproducirse debe estar dispuesto a dedicarle a los hijos el tiempo necesario para su educación: son los seis primeros años, jornada y media, todos los días, sin domingos ni festivos, cada hijo. El tiempo me enseñó que nadie, nadie, puede reemplazarlo a uno –papá o mamá– en esa labor.

Los hombres y las mujeres tenemos diferentes necesidades, diferentes aspiraciones, diferentes instintos. El instinto del macho es el de reproducción; el de la hembra, el maternal. Cuando un macho ve una hembra a su gusto, la quiere montar para reproducir sus genes; a la hembra el olfato le indica si ese macho le va a hacer hijos saludables.


El machismo y las constituciones que lo legitiman, nos vienen de Europa. A nosotras en ese sentido nos ha ido mejor que a las europeas, aunque no lo crean. Es gracias –una vez más– al indiecito que llevamos dentro, ya que nuestros ancestros aborígenes eran esencialmente organizaciones matriarcales. El machismo latino tiene más relación con la condición natural de macho: él es el fuerte, el cazador, el proveedor, el protector. Y las mujeres les dejamos creer que es cierto, pero los llevamos de la nariz.

Ser macho y comportarse como tal no es malo en sí, como no lo es, ser hembra. Lo malo es ser un macho guache, irresponsable y misógino. Si bien es cierto que hay mucho imbécil, violento y bruto, también lo es que no lo son la mayoría de nuestros hombres.

Pero como los europeos también nos dejaron el 'complejo del indio' pasamos el tiempo tratando de imitarlos, sobre todo en lo malo. La guerra de los sexos en Europa es una verdadera. Y tal vez necesaria. Ellas han tenido que hacerse matar, literalmente, en la reivindicación de sus derechos.
No así aquí. Las mujeres latinoamericanas nos hemos demorado en esta tarea, esencialmente porque políticamente delegamos las decisiones que nos corresponden en los hombres, porque los hemos educado irresponsables, porque nosotras mismas no estamos convencidas de la bondad de ciertas opciones (ej: el aborto). La historia ha demostrado que, cuando tenemos clara nuestra elección, obtenemos lo que queremos.

El efecto viciado del feminismo europeo son muchas mujeres estériles, frustradas. También madres fatigadas, solas con sus hijos. Y, sobre todo, niños abandonados que pierden la esperanza y se suicidan a edad cada vez más temprana. Si Noruega estuviera tan bien, tendría otra tasa de suicidio.

Pelear con los viejos machistas es inútil, ya qué. El feminismo debe educar es a las mujeres. No debería ser la 'igualdad' la aspiración sino la EQUIDAD la exigencia. De eso todavía estamos muy lejos, pero no es culpa de los hombres sino de nosotras mismas.